sábado, 28 de abril de 2012

PADECER PSORIASIS, FACTOR DE RIESGO CARDIOVASCULAR


La psoriasis es una enfermedad crónica de la piel en la que aparecen lesiones rojizas descamativas en diferentes localizaciones del cuerpo. Se trata de un proceso frecuente (afecta al 2% de la población), y que en ocasiones es visto como una alteración “meramente estética”. Y no es así. Se trata de una de las enfermedades de la piel que más afecta la calidad de vida de los pacientes. Además, la psoriasis es un proceso sistémico que puede afectar otros órganos además de la piel, especialmente a las articulaciones y al sistema cardiovascular. De hecho, en los últimos años están multiplicándose las publicaciones que evidencian la asociación entre psoriasis y un mayor riesgo de diabetes, hipertensión arterial, dislipemia, síndrome metabólico y, por tanto, enfermedad cardiovascular.

Por todo ello, es necesario que los pacientes con psoriasis sean manejados desde un punto de vista integral, poniendo especial énfasis en la prevención de enfermedades cardiovasculares (infarto de miocardio, accidentes cerebrovasculares, patología arterial periférica, etc). La detección temprana y el tratamiento adecuado de estas enfermedades es de gran importancia para prevenir su evolución a fases más graves.





¿QUÉ DEBEMOS RECORDAR DE LA PSORIASIS?

  • La psoriasis no es contagiosa.
  • Se trata de una enfermedad que puede afectar en gran medida la calidad de vida de los pacientes
  • Los pacientes con psoriasis pueden presentar afectación de las articulaciones (artropatía psoriásica) y tienen un riesgo elevado de padecer enfermedad cardiovascular.
  • Los pacientes con psoriasis deben recibir un seguimiento médico periódico para mejorar el control de su patología y actuar sobre los factores de riesgo cardiovascular modificables. Deben evitar el tabaco y los factores que predisponen a la obesidad (dieta rica en grasas, vida sedentaria).




¿QUÉ ES LA PSORIASIS?

La psoriasis es una enfermedad inflamatoria, frecuente y de curso crónico. Su gran variabilidad clínica y evolutiva, los antecedentes personales del paciente, el tipo y la extensión de las lesiones determinan su gravedad. Los hombres y las mujeres se afectan por igual; la enfermedad es más frecuente entre los hermanos y los descendientes de las personas afectadas. Comienza a cualquier edad, aunque el inicio precoz implica un curso clínico más grave y menos estable. Muchos pacientes asocian afectación de las uñas, y una pequeña parte de los pacientes con psoriasis cutánea presentan afectación de las articulaciones, entidad conocida como artropatía psoriásica.

Clínicamente, la presentación más común es en forma de lesiones rojizas con descamación adherente blanquecina, asintomáticas o con discreto picor, localizándose preferentemente en codos, rodillas, nalgas y cuero cabelludo (forma clínica llamada psoriasis en placas). La afectación de los pliegues o de las mucosas es menos frecuente. La extensión y la gravedad de la enfermedad son muy variables. Existen formas de buen pronóstico como la psoriasis en gotas, que típicamente aparece en forma de lesiones más pequeñas, en tronco, múltiples, afectando a adolescentes o niños, tras haber pasado una faringitis. Esta forma de psoriasis tiende a la remisión sin evolucionar a una forma crónica. También existen formas más severas, como la eritrodermia psoriásica (enrojecimiento de toda la superficie corporal) y la pustulosis generalizada (aparición de pústulas o granos blancos por toda la piel).

El diagnóstico se realiza clínicamente, pudiendo ser necesaria la biopsia cutánea para confirmar el diagnóstico en caso de duda.

El tratamiento de la psoriasis depende de la forma clínica y de la extensión de las lesiones. Las formas leves suelen manejarse con tratamientos tópicos, como los corticoides tópicos, los derivados de la vitamina D tópicos o los retinoides tópicos. Es aconsejable la hidratación de la piel con emolientes y si las lesiones presentan descamación gruesa se puede aplicar alguna sustancia para ayudar a eliminarla (queratolíticos como el ácido salicílico).

La psoriasis mejora con la exposición solar y la radiación ultravioleta, por ello los pacientes suelen estar mejor en verano. Esta es la razón por la que en formas más extensas puede utilizarse la fototerapia (tratamiento con radiación ultravioleta de manera controlada). Existen 2 formas de fototerapia: la terapia PUVA, en la que se combina un fotosensibilizante (psoraleno) con radiación ultravioleta A, y la terapia con ultravioleta B de banda estrecha. Suelen ser necesarios tratamientos de 3-4 sesiones a la semana durante 3-4 meses. La fototerapia puede combinarse con tratamientos tanto tópicos como sistémicos. En la actualidad predomina el tratamiento con radiación ultravioleta B de banda estrecha, por su alta efectividad y mejor perfil de efectos secundarios que la terapia PUVA.

En las formas severas, extensas o que no han respondido a los anteriores tratamientos, estarían indicadas las terapias sistémicas, como el acitretino, el metotrexato o la ciclosporina. Desde hace unos años, disponemos de los modernos fármacos biológicos (infliximab, etanercept, adalimumab, ustekinumab) que actúan disminuyendo la inflamación a nivel de las lesiones. Son fármacos muy efectivos, pero deben vigilarse sus posibles efectos adversos, como el aumento de la incidencia de infecciones, por lo que antes del tratamiento es necesario realizar numerosos estudios complementarios.

La elección de uno u otro tratamiento muchas veces requiere individualizarse según la forma clínica y peculiaridades de cada paciente.



PSORIASIS Y RIESGO CARDIOVASCULAR

La psoriasis es una enfermedad en la que diferentes mecanismos inflamatorios del organismo están activados de forma crónica. Esta “inflamación crónica” puede afectar a otros órganos además de la piel, como son los vasos sanguíneos y el metabolismo del azúcar y grasas, dando lugar a aterosclerosis, hipertensión arterial, diabetes y elevación de colesterol y triglicéridos.

De hecho, los estudios al respecto concluyen que las personas con psoriasis grave presentan un 50% más de riesgo de mortalidad cardiovascular por encima de la población general, así como un mayor riesgo a diez años de padecer enfermedad coronaria, que es aproximadamente un tercio mayor en los pacientes con psoriasis cuando se compara con la población general (la psoriasis se considera un factor de riesgo independiente para infarto de miocardio).

Diferentes estudios han demostrado asimismo una mayor prevalencia de síndrome metabólico (obesidad, hipertensión arterial, diabetes y dislipemia) en los pacientes con psoriasis. Además de ser un factor de riesgo independiente para las enfermedades cardiovasculares, la psoriasis también se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cerebrovascular y enfermedad arterial periférica.

Este elevado riesgo de diferentes enfermedades cardiovasculares en los pacientes con psoriasis debido al estado pro-inflamatorio crónico, hace obligatorio un seguimiento médico periódico para el control de la enfermedad,  la valoración del riesgo cardiovascular individual de cada paciente, y para actuar sobre los factores de riesgo cardiovascular modificables en cada paciente.



Conoce más acerca de las comorbilidades en psoriasis (artículo de Actas Dermosifiliográficas): http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22364603


Conoce más acerca del TRATAMIENTO DE LA PSORIASIS: http://sergiovano.blogspot.com.es/2011/10/fototerapia-domiciliaria-un-tratamiento.html

  


Dr. Sergio Vañó Galván

Dermatólogo del Hospital Universitario Ramón y Cajal en Madrid. Dermatólogo en la Clínica Grupo de Dermatología Pedro Jaén.

Doctor en Medicina. Profesor Honorífico de la Universidad de Alcalá.
Máster en Dirección y Administración de Servicios Sanitarios.

http://www.sergiovano.com/

http://www.grupodedermatologia.es/

Twitter: @sergiovanog

miércoles, 18 de abril de 2012

APRUEBAN NUEVO FÁRMACO FRENTE AL CÁNCER DE PIEL


El cáncer de piel es el cáncer más frecuente de la raza humana. El tipo más común, el carcinoma basocelular, se cura en la mayor parte de los casos siempre que se diagnostique precozmente. No obstante, raramente existen casos avanzados en que puede ser necesario recurrir a la quimioterapia. La Agencia Americana del Medicamento (FDA) acaba de aprobar un nuevo fármaco para el tratamiento del cáncer de piel avanzado. El medicamento, llamado VISMODEGIB, actúa a través de la inhibición de la vía de señalización Hedgehog, y ha demostrado efectividad en el tratamiento del cáncer de piel de tipo basocelular en fase avanzada. Un estudio con 96 pacientes mostró que el 30% de los que presentaban metástasis y el 43% de los pacientes con enfermedad local avanzada mostraron remisión tras recibir este fármaco.

La investigación está permitiendo que cada vez tengamos un mayor arsenal terapéutico frente al cáncer de piel. Aun así, el mejor arma continúa siendo la prevención y el diagnóstico precoz.





Conoce más acerca del VISMODEGIB (artículo de NEJM): http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/19726763



Conoce más acerca del DIAGNÓSTICO PRECOZ DEL CÁNCER DE PIEL: http://sergiovano.blogspot.com.es/2011/09/diagnostico-y-prevencion-del-cancer-de.html





¿QUÉ ES EL CARCINOMA BASOCELULAR?



Las lesiones pretumorales y el cáncer cutáneo se relacionan con la acción acumulativa de los rayos solares que recibe la piel cada día. Durante nuestra vida acumulamos muchas horas de exposición solar, con el consiguiente riesgo de aparición de precancerosis y de tumores cutáneos. Con un diagnóstico y tratamiento precoz, estas lesiones pueden curarse completamente, por lo que son recomendables las revisiones dermatológicas periódicas.

Existen tres tipos principales de cánceres cutáneos: el carcinoma basocelular (el más frecuente y menos agresivo), el carcinoma epidermoide (con su “antecesor”, la queratosis actínica) y el de peor pronóstico, el melanoma.

El carcinoma basocelular, también llamado epitelioma basocelular o basalioma, se trata de una neoplasia cutánea derivada de las células basales de la epidermis. Es el cáncer más frecuente de la raza humana. Habitualmente se trata de un tumor poco agresivo, que infiltra localmente y que rara vez metastatiza. Existe una variante algo más agresiva localmente, que se conoce como carcinoma basocelular esclerodermiforme o morfeiforme.

Suele aparecer en personas de edad, ya que uno de sus principales factores de riesgo es la exposición solar acumulada a lo largo de la vida. Es por ello que suele encontrarse en áreas expuestas al sol, preferentemente en la cara.

Hallazgos cutáneos

La forma clínica más frecuente de carcinoma basocelular es la forma nodular, que consiste en una lesión rosada, lisa y brillante, circular, de tamaño normalmente menor de 1 cm, y en la que pueden observar vasitos en su superficie (telangiectasias). Podemos observar diferentes grados de pigmento en los carcinomas basocelulares, pudiendo presentarse incluso como lesiones de aspecto negruzco (carcinoma basocelular pigmentado). Suele localizarse en zonas de piel expuesta al sol como la nariz, frente, mejillas, aunque puede afectar a otras zonas. Suelen ser lesiones de crecimiento lento, en las que el paciente suele percatarse de su presencia tras varios meses de crecimiento.

Carcinoma basocelular.
Otra forma clínica es la del carcinoma basocelular superficial, en la que las lesiones suelen ser placas de mayor tamaño y menos sobreelevadas, con coloración rosada o con áreas pigmentadas. Estas lesiones frecuentemente se diagnostican de eccema o infección por hongos. Suelen ser lesiones de crecimiento lento.

La forma clínica más agresiva de carcinoma basocelular es la conocida como esclerodermiforme o morfeiforme. Son lesiones de coloración blanquecina y rosada, de bordes difusos, que pueden pasar desapercibidas durante muchos meses. Estas lesiones tienden a infiltrar en profundidad, y aunque no metastatizan, pueden ocasionar problemas importantes. Suelen afectar a la cara.

Diagnóstico

El diagnóstico puede sospecharse clínicamente y mediante el estudio con dermatoscopia, sobre todo para las lesiones más incipientes. Está indicada la confirmación mediante biopsia cutánea, que nos va a diferenciar el tipo de carcinoma basocelular (nodular, superficial o esclerodermiforme) y por tanto su manejo.

Tratamiento

Tenemos diversas opciones terapéuticas en el tratamiento del carcinoma basocelular:

  1. Imiquimod tópico: se trata de una crema conteniendo imiquimod, un inmunomodulador, efectivo en el tratamiento de tumores cutáneos superficiales, por lo que estaría indicado en el carcinoma basocelular superficial. Requiere ser aplicado 5 días por semana durante 6 semanas, produciendo una reacción inflamatoria considerable que es la responsable de curar el tumor.
  2. Terapia fotodinámica: moderna y revolucionaria técnica que permite tratar carcinomas basocelulares superficiales y nodulares mediante un tratamiento cómodo y con buen resultado estético. El mecanismo de acción de la TFD es el siguiente, tras la aplicación tópica de una sustancia fotosensibilizante, ésta es absorbida e incorporada a las células de nuestra piel, pero en mayor medida en aquéllas con un metabolismo y un recambio más rápido, como es el caso de las células tumorales. Posteriormente se expone la zona a una fuente de luz con una longitud de onda adecuada que excite la sustancia fotosensibilizante acumulada principalmente en las células tumorales. Como consecuencia se producen moléculas de oxígeno tóxicas que dañan las membranas y otros componentes celulares, causando la destrucción selectiva de las células neoplásicas con preservación de las células sanas vecinas.
  3. Cirugía: podemos tratar quirúrgicamente todos los carcinomas basocelulares, pero dado que es una técnica invasiva, en las formas superficiales y algunos nodulares, puede escogerse otra forma de tratamiento alternativa menos agresiva (terapia fotodinámica, imiquimod). La cirugía va a ser el tratamiento de elección de los carcinomas basocelulares de tipo esclerodermiforme. En las lesiones de gran tamaño, en zonas complicadas, o sin han recidivado tras algún tratamiento previo, estará indicada la cirugía micrográfica de Mohs. Esta cirugía consiste en la extirpación de las lesiones con control intraoperatorio de los márgenes, siendo un tipo de cirugía de máxima precisión y con la que se obtienen excelentes resultados con una tasa mínima de recidivas.
  4. Radioterapia: puede estar indicada en determinados tipos de pacientes pluripatológicos en los que la cirugía está desaconsejada.





Dr. Sergio Vañó Galván

Dermatólogo del Hospital Universitario Ramón y Cajal en Madrid. Dermatólogo en la Clínica Grupo de Dermatología Pedro Jaén.

Doctor en Medicina. Profesor Honorífico de la Universidad de Alcalá.
Máster en Dirección y Administración de Servicios Sanitarios.

http://www.sergiovano.com/

http://www.grupodedermatologia.es/

Twitter: @sergiovanog

domingo, 8 de abril de 2012

ACNÉ, TAMBIÉN EN MUJERES ADULTAS


El acné, enfermedad clásicamente considerada típica de los adolescentes, puede afectar a pacientes adultos, especialmente mujeres, debido a pequeños disbalances hormonales. Cada vez observamos más mujeres adultas en la consulta que acuden por la aparición de estos incómodos "granos". Este hecho se ha confirmado en un estudio recién publicado por Perkins* y su equipo de Harvard, Boston, en el que estudian un grupo de 2895 mujeres; de ellas, el 55% presenta alguna forma de acné. Encuentran que un porcentaje considerable de mujeres adultas presentaban acné: el 45% de las mujeres de 21-30 años, el 26% de las mujeres de 31-40 años e incluso el 12% de las mujeres de 41-50 años.

Globalmente, 1 de cada 4 mujeres adultas presentó acné.


*J Womens Health (Larchmt). 2012 Feb;21(2):223-30. Epub 2011 Dec 15.
Acne vulgaris in women: prevalence across the life span.
Perkins AC, Maglione J, Hillebrand GG, Miyamoto K, Kimball AB.
Department of Dermatology, Harvard Medical School, Boston, Massachusetts, USA.


Afortunadamente, en la mayoría de ocasiones el acné de las mujeres adultas puede tratarse de forma muy efectiva. El medicamento más útil para su tratamiento es la isotretinoína, un derivado de la vitamina A. No obstante, existen otras medidas terapéuticas de utilidad como puede ser el láser de colorante pulsado o las fórmulas de diferentes productos tópicos.



¿QUÉ ES EL ACNÉ?



Descripción

Es una enfermedad de la piel caracterizada por la inflamación crónica de las glándulas sebáceas, especialmente en la cara y en la espalda. A pesar de no ser una enfermedad grave, puede afectar en gran medida la calidad de vida del paciente. Suele afectar a pacientes adolescentes, aunque también es posible su aparición a edades posteriores, especialmente en mujeres.



Síntomas

Las lesiones de acné son variadas, pudiendo aparecer desde pequeños granos rojizos en la cara, hasta lesiones profundas como quistes y nódulos tanto en la cara como en los hombros. Las lesiones del acné se clasifican en inflamatorias y no inflamatorias; las lesiones inflamatorias son las pápulas (granos rojizos), pústulas (granos blanquecinos) y nódulo-quistes (lesiones profundas). Las lesiones no inflamatorias son los comedones abiertos (puntos negros o espinillas) y los comedones cerrados (puntos blancos).



Diagnóstico

El diagnóstico del acné es fundamentalmente clínico. Ocasionalmente puede ser de utilidad un estudio analítico y hormonal.



Tratamiento

Para formas de acné leve, existen múltiples tratamientos tópicos de efectividad moderada (peróxido de benzoilo, eritromicina, clindamicina, ácido azelaico). Para formas moderadas-severas, el tratamiento más utilizado es la isotretinoína, un derivado de la vitamina A muy efectivo que suele requerir tratamientos de varios meses. Esta medicación no debe administrarse en mujeres embarazadas. Antiguamente comercializado como Roacután ®, en la actualidad existen múltiples formas comerciales de isotretinoína. Es un fármaco que, utilizado a las dosis adecuadas y en manos expertas, presenta un resultado excelente, siendo en la actualidad mucho menos frecuente la aparición de efectos adversos, ya que tiende a utilizarse una dosis menor.

Existen nuevas técnicas adyuvantes al tratamiento, como el láser de colorante pulsado y la terapia fotodinámica. Su uso de forma combinada con otros tratamientos para el acné contribuye a mejorar especialmente las lesiones inflamatorias. 


Dr. Sergio Vañó Galván

Dermatólogo del Hospital Universitario Ramón y Cajal en Madrid y de la Clínica Grupo de Dermatología Pedro Jaén.
Doctor en Medicina. Profesor Honorífico de la Universidad de Alcalá.

Twitter: @sergiovanog